Oscar Müller Creel
- Oscar Müller es Doctor en Derecho y tiene el grado de Maestro en Administración de Justicia y candidato a maestro en periodismo. Es originario de la ciudad de Chihuahua, México. Es colaborador en Radio Claret América de Chicago Illinois, en temas de Derechos Humanos y Administración de Justicia y sus columnas de opinión se han publicado en el periódico Hoy del grupo Tribune Publishing Company de Chicago Illinois EUA, la cadena noticiosa Hispanic Digital Network de CISION, así como en el Heraldo de Chihuahua del grupo Organización Editorial Mexicana. Ha escrito libros sobre Derechos Humanos y Ética del Abogado, así como artículos científicos en Universidades de México, Colombia y España. Correo: [email protected]
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Assange. Un final inesperado
Por Oscar Müller. Hablamos de la libertad como si fuese un absoluto, pero la verdad es que, como seres humanos, tenemos que vivir en comunidad y esto coarta nuestra libertad, sobre todo en los aspectos de nuestras relaciones externas. Pudiéramos afirmar que la zona más amplia de nuestra libertad está en nuestro pensamiento, pues al crear ideas no hay quien nos limite dado que lo hacemos en nuestro ámbito interno y es ahí donde surge una noción elemental, nadie puede obligarme a decirme ¿qué o cuándo pienso? Pero, si tengo el derecho de pensar ¿Acaso no surge también mí derecho a expresar lo que pienso? Y si tengo los derechos de pensar y expresarme ¿acaso no surge también el derecho a recibir información que me permita dar vida a mis pensamientos que voy a expresar? Así pues, todos estos derechos se encuentran íntimamente relacionados y el último de ellos, implica también el derecho a transmitir la información. Esta facultad tuvo un verdadero significado cuando surgió la imprenta en el siglo XV de nuestra era, pues el derecho de transmitir información y la facultad de recibir esta, empezó a llegar a la gente que tenía capacidad de leer y por consecuencia, creció la alfabetización en las comunidades. En el siglo XIX la invención de la máquina rotativa, que imprime a gran velocidad, dio auge a la transmisión de información en forma mucho más popularizada, mediante los periódicos y es por esto, que a esta especial libertad de información se le denominó Libertad de Prensa y así durante todo el siglo XX se conoció al derecho que tenemos los ciudadanos de percibir información a través de los medios masivos de comunicación, incluyendo en ese concepto al teléfono, la radio, la televisión y la cinematografía. A finales del siglo pasado surgió una nueva forma de comunicación que ha tenido su auge en estas primeras dos décadas del presente siglo, me refiero al INTERNET, con el que la transmisión de información y noticias ha crecido exponencialmente, de la misma manera que esta herramienta informática ha permitido el acceso a archivos y bases de datos y el conocimiento de la información que en ellos se encuentra. Es en este momento de la historia de la comunicación, cuando aparece la empresa formada por el australiano Julian Assange, denominada WikiLeaks cuyos agentes informáticos han logrado acceder a múltiples bases de datos que se suponen en secreto, poniendo en jaque a los Estados Unidos, al denunciar a través de la red internacional de informática: abusos de las milicias de ese país; en las campañas presidenciales de 2016, el medio informativo dio a conocer miles de correos electrónicos del Partido Demócrata del referido país, incluyendo a la candidata Hilary Clinton que evidenciaban prácticas ilegales durante la campaña; el siguiente año WikiLeaks dio a conocer el espionaje electrónico realizado por el gobierno de Estados Unidos a personajes políticos y empresariales a través de sus teléfonos móviles. Todo esto ha afectado la imagen del referido país, que buscó acallar las voces a través de una cruel persecución en contra del señor Julian Assange respecto de la cual hemos comentado anteriormente y que se tradujo en la privación de su libertad durante 12 años, 7 de los cuales fueron como asilado en la embajada de Ecuador en la ciudad de Londres y 5 más en prisión en Inglaterra, bajo condiciones muy difíciles y violatorias de Derechos Humanos en su calidad de detenido. Esto debido a la solicitud de extradición que derivó del gobierno del país norteamericano hacia las autoridades inglesas. En la última intervención sobre el tema, mencioné cómo el Tribunal Inglés que conoce del caso exigió al gobierno de Estados Unidos una serie de garantías a favor del señor Assange, para evitar que se cometieran violaciones a sus derechos como sujeto a un proceso penal. La respuesta de Estados Unidos fue ambigua y la Corte Británica decidió negar temporalmente la extradición, hasta en tanto no se cumpliera con las condiciones impuestas. Mientras esto sucedía, los abogados de la defensa habían estado realizando negociaciones con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que concluyeron en un acuerdo a través del cual, el señor Assange aceptaría su culpabilidad por el delito de conspiración para obtener información clasificada, cuya pena de prisión se consideraría cumplida por los 5 años que duró en prisión durante el proceso de extradición. Otro aspecto que se acordó es que una vez firmado el acuerdo ante un juez, se vería libre y podría trasladarse a cualquier lugar del mundo, esto condicionado a que la firma no se llevaría dentro de territorio del país persecutor, atendiendo al temor de qué si pisara dichos suelos las autoridades de ese país incumplirían y lo someterían a juicio cuya pena mínima podrían ser 175 años de prisión. Esto presentaba dificultad, en tanto que la firma del acuerdo debería hacerse ante un juez federal norteamericano y se encontró la solución de qué la actuación se llevará a cabo en Saipán en las Islas Marianas Norte que es considerado un territorio independiente, pero asociado con los Estados Unidos de Norteamérica, situación en la que se encuentra también Puerto Rico. El lugar en mención se encuentra en el medio del Océano Pacífico y a 1300 km de Australia, a donde llegó Julián Assange hace unos días en plena libertad. A mí entender, en este caso. la Libertad de Información ha sido golpeada, pero no vencida, pues cualquier comunicador se debe sentir intimidado ante la posibilidad de estar privado de su libertad por 12 años, ser sometido a un proceso injusto y terminar como un delincuente ante la justicia de un país. Pero sí se han rescatado cosas buenas sobre todo la valentía de Assange durante todo ese tiempo, enfrentando al país más poderoso del mundo, que pretendía ensañarse en su contra con el evidente objeto de fijar un ejemplo que intimidase a los medios de comunicación y periodistas alrededor del mundo. Creo que la lucha ha terminado en un empate, entre un hombre de tenacidad y decisión admirables y un país que ha sido exhibido en un execrable autoritarismo, lo que debe considerarse como un triunfo para la Libertad de Información.